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Las preocupaciones sobre el futuro político y económico de Hong Kong crecen a medida que las protestas se prolongan y se vuelven más violentas. Una intervención de las tropas chinas podría dañar seriamente la posición de Hong Kong como un centro financiero internacional estable y una puerta de entrada para el capital global que fluye hacia la segunda economía más grande del mundo. Ninguna otra ciudad china, ni siquiera Shanghai, podría asumir ese papel en el futuro previsible.

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