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Desde finales del siglo XIX hasta la Segunda Guerra Mundial, los estadounidenses se apoderaron de la idea de transformar a China en un territorio cristiano-capitalista al otro lado del Océano Pacífico. Luego vino la Guerra Fría, y en lugar de cambiar a China, los estadounidenses buscaron ponerla en cuarentena. La impracticabilidad de tal aislamiento se hizo evidente, hasta que en la década de 1970, Estados Unidos reabrió sus relaciones con China, otorgándole incluso la categoría de Nación Más Favorecida en 1980. Esta actitud paternalista persistió relativamente durante unos 40 años, hasta hoy.

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