La historia sugiere que los efectos de largo plazo del brote de COVID-19 serán más bien pequeños, y hasta insignificantes, por la fortaleza actual de la economía de China. De hecho, depende menos del comercio que en el 2003, durante la aparición de otro coronavirus, el síndrome respiratorio agudo severo (SARS) y está equipada para reaccionar con celeridad ante golpes relativamente grandes.
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