El impacto en China del acuerdo de Asociación Trans-Pacífico (TPP) ha causado gran debate. La perspectiva dominante es que las exportaciones del país asiático se verán afectadas, minando su posición como “fábrica del mundo”. Algunos creen también que el TPP es una conspiración encabezada por EE.UU. Estos alcances son engañosos. En primer lugar, el TPP no fue originalmente propuesto por EE.UU. sino que por Brunei, Chile, Nueva Zelanda y Singapur. Si bien últimamente EE.UU. ha liderado la iniciativa, el acuerdo ya congrega a 12 naciones. Por lo tanto, si un país se siente particularmente afectado, como China, ese país debe poseer ciertas características que no encajan en las normas aceptadas por los demás. Cuáles podrían ser esas normas? El TPP establece reglas relacionadas con la protección laboral y un sistema de solución de controversias con arbitraje internacional. En un país donde el gobierno tiene el poder absoluto y el sistema legal sirve a sus políticas, es entendible que dicho mecanismo no resulte bienvenido. Pero la cuestión de fondo es que la actitud de China ha sido exclusivamente mercantilista. Ahora necesita concentrarse en las instituciones y menos en el capital, para enfrentar las nuevas condiciones de la competencia global.
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