Durante el último cuarto de siglo, el enfoque de EEUU hacia China se basó en una creencia en la convergencia. Es decir, la convicción de que, con los incentivos adecuados, China eventualmente se uniría al orden mundial como “accionista responsable”. Hoy esa convergencia está muerta. EEUU ve ahora a China como un rival estratégico. El gobierno del presidente Donald Trump no está solo en esta percepción. Desde hace tiempo, Demócratas y Republicanos compiten por superarse unos a otros en golpear a China. Paralelamente, China está experimentando su propio cambio. Los estrategas chinos han sospechado siempre que EEUU ha querido secretamente bloquear el ascenso de su país. Es más, muchos chinos ven a EEUU como un hipócrita que comete todos los pecados que acusa a China. En consecuencia, el tiempo de esconderse y esperar ha terminado.
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