La desaceleración del crecimiento no es la fuente de temor para los líderes de China que muchos políticos occidentales parecen pensar. El país asiático tiene más palancas que vientos en contra de su crecimiento. Con amplio margen para una mayor relajación monetaria, gasto en infraestructura y otras formas de estímulo fiscal, las autoridades chinas están mucho menos preocupadas por un repentino accidente de crecimiento de lo que la narrativa de EEUU supone.
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