A estas alturas es prácticamente imposible que la mayor parte de la población mundial desconozca qué es el coronavirus y los esfuerzos que China está haciendo a todo nivel para enfrentar su propagación. Tampoco constituye una sorpresa las evidentes repercusiones económicas que la enfermedad provocará en numerosos países, dado el hecho de que China es uno de los motores de la economía global.
En el caso particular de Chile, las autoridades económicas ya han reconocido la preocupación que genera el brote viral en los mercados locales, sobre todo en el sector minero, ya que China es nuestro principal consumidor de cobre, además de nuestro primer socio comercial. De acuerdo con ello, de no controlarse efectivamente la expansión del virus, es factible vislumbrar un serio impacto en las exportaciones.
Sin embargo, un elemento importante es no caer en pánicos irracionales. En numerosas oportunidades anteriores, China le ha mostrado al mundo cómo ha logrado morigerar circunstancias similares, a través de una decidida movilización de recursos. Basta con ver el potente despliegue actual en infraestructura que busca levantar hospitales en apenas un par de semanas o la aprobación urgente de proyectos científicos para el desarrollo de una vacuna.
Paralelamente, las autoridades económicas chilenas, el Banco Central entre ellas, han demostrado un adecuado manejo de los instrumentos macroeconómicos en épocas de crisis, por lo que no habría por qué pensar lo contrario frente a esta coyuntura, a pesar de verse agravada por las consecuencias del estallido social del 18 de octubre.
China se encuentra hoy en la era del e-commerce, y los consumidores hacen cada vez más sus compras en línea. No es necesario salir de casa para adquirir productos, por ejemplo. Es más, muchas fábricas, oficinas gubernamentales y escuelas habían planeado cierres por las vacaciones del Año Nuevo Chino, independientemente del brote de virus. Por lo tanto, es probable que el impacto negativo a corto plazo se concentre entre restaurantes, hoteles y aerolíneas.
Según analistas internacionales, el 2002 el síndrome respiratorio agudo, más conocido como SARS, tuvo un impacto de 1,1% en el PIB de China; mientras que en el PIB de Estados Unidos fue de sólo 0,1%. La experiencia acumulada desde entonces, unido a la mejor preparación de la Organización Mundial de la Salud, entre otros factores, indican que el escenario más probable debiera ser mucho más auspicioso.
Desde el punto de vista científico, se espera que el brote alcance su punto máximo a mediados de febrero, para comenzar su paulatina disminución. Mientras que desde la perspectiva económica, se estima que el bajo crecimiento que la economía china registrará seguramente en el primer trimestre de este año, se vea compensada por una mayor expansión en los trimestres posteriores.
Durante el 2020, Chile y China cumplen 50 años de relaciones diplomáticas ininterrumpidas. Una realidad que se ha potenciado poderosamente con fuertes vínculos económicos y que estamos convencidos sabrá sortear con éxito, tanto ésta como cualquier otra dificultad venidera.