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Cada año, China importa más de 300.000 millones de dólares en semiconductores, y la mayoría de las principales empresas estadounidenses de semiconductores obtienen al menos el 25% de sus ventas del mercado chino. Esta dependencia mutua ha beneficiado a los sectores tecnológicos de ambos países. A pesar de la dura retórica en ambos lados del Pacífico, las empresas estadounidenses de semiconductores y sus contrapartes chinas están trabajando juntas en cientos, si no miles, de diseños de productos y esfuerzos conjuntos de desarrollo tecnológico.

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