A fines de la década de 1990, apenas existía una clase media en China. A principios del nuevo siglo, había 5 millones de hogares con un ingreso promedio entre 11.500 y 43.000 mil dólares al año. Hoy, en cambio, ya llegan a los 225 millones. Esta impresionante evolución ha impulsado el crecimiento en todo el mundo y la transformación de China. Sin embargo, algo falta. En otros países asiáticos, las nuevas clases medias exigieron también cambios políticos. Muchos expertos creen que China es una excepción a esta regla. Los ciudadanos parecieran no anhelar la democracia, ya que si bien el gobierno puede ser implacable con sus críticos, al menos deja hacer dinero. Aún así el descontento crece. Los miembros de la clase media china son prósperos, pero también se sienten inseguros. Muchos están molestos por la corrupción y el nepotismo; mientras otros protestan por la contaminación. A medida que la economía del país se desacelera, el malestar es probable que se extienda, sobre todo porque el gobierno debe tomar decisiones difíciles, como el cierre de fábricas y la reestructuración de las empresas estatales.
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