Durante el último tiempo, China ha desplegado una ola de compras sin precedentes en la historia del fútbol mundial. Un movimiento que sigue a las inversiones rusas y de Oriente Medio en el popular deporte. Lo que diferencia a China es la velocidad y la escala de este recién descubierto apetito, el que está impulsado por algunos de los hombres más ricos del país, incluyendo al fundador de Alibaba, Jack Ma. Desde principios del 2015, las compañías chinas han invertido 1,7 mil millones de dólares, en activos deportivos, la gran mayoría relacionada con el fútbol. Lo más sorprendente de todo, ha sido la repentina prisa por pagar grandes sumas de dinero en la importación de talentos. Shanghai SIPG rompió recientemente el récord, al adquirir al brasileño Givanildo Vieira de Souza, popularmente conocido como Hulk, por 61 millones de dólares. El propio presidente de China, Xi Jinping, un ávido fanático del fútbol, estaría alimentando este derroche de dinero, debido a su deseo de que China mejore su posición en el fútbol mundial. El equipo asiático está en el puesto 81º, justo después de Jordania y antes de Bolivia. La ambición central se relaciona con que China sea anfitrión de una Copa Mundial hacia el 2050, y que el país, obviamente, se corone campeón.
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