A China se la describe cada vez más como el próximo desastre en un mundo propenso a las crisis. Pero estos temores son exagerados. China tiene la estrategia, los medios y la determinación para lograr la transformación estructural de su economía, a pesar de la situación desfavorable del ciclo económico mundial. No obstante, vale la pena indagar qué ocurriría si la economía china realmente colapsa. El efecto directo sería una caída del crecimiento del PIB mundial desde un estimado de 3,1% en 2016, hasta un 1,9%, muy por debajo del umbral de 2,5% que normalmente se asocia con una recesión global. Luego, las economías proveedoras de recursos serían particularmente afectadas, y lo mismo valdría para los socios comerciales de China en Asia, desde los más pequeños hasta los más grandes. En el caso de EEUU, un colapso chino cortaría una importante demanda de exportaciones y restaría entre 0,2 y 0,3 puntos porcentuales a su crecimiento económico. Por último, el crecimiento de Alemania (el motor de Europa), se reduciría considerablemente y arrastraría consigo al resto del continente. El informe “Perspectivas de la economía mundial” del FMI, analiza precisamente el efecto global de una desaceleración china, llegando a conclusiones similares.
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